El ajuste del gasto público y la licuación de los salarios reales promovieron la caída del consumo agregado. Tanto el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC), como el Índice de Producción Industrial (IPI) cayeron en marzo 14,2% y 6,3% mensual desestacionalizado respectivamente.
A pesar de que otros indicadores tempranos de actividad sugerían que el desplome se estaba desacelerando, los informes del INDEC no son tan optimistas. La recuperación en “V” parecería estar tardando en llegar, o al menos, mutando hacia una “U”.
Mientras la cosecha gruesa viene lenta (especialmente por las lluvias), es necesario encontrar un camino alternativo que logre dinamizar la actividad. En este sentido, el rol del crédito sería clave para tratar a una economía real golpeada, advierte GMA Capital.
En la Argentina, los préstamos al sector privado apenas alcanzan el 11% del Producto Bruto Interno (PBI). En cambio, en otros países de la región superan con creces este ratio. La relación local es menos de la mitad de la de Uruguay, un cuarto respecto de la de Colombia y una quinta parte de la de Paraguay.
Con una economía mucho más desarrollada, el crédito privado de Brasil, nuestro principal socio comercial, se acerca a los 72 puntos del producto. Por su parte, con niveles de apertura comercial de ensueño, años de estabilidad macroeconómica y alta seguridad institucional, Chile encabeza el ranking de la región luciendo más de 82 puntos del producto en crédito bancario al sector privado.
¿Las razones detrás del enanismo doméstico? La volatilidad e inestabilidad de nuestra macroeconomía, plantea GMA. Esto provocó que las empresas e individuos debieran concentrarse en el corto plazo, dañando directamente la capacidad de planeamiento e inversión por la alta incertidumbre. “Que los dueños de las compañías estén más preocupados por las políticas económicas y los cambios en las reglas de juego, que en generar valor a través de los bienes y servicios que producen, es un rasgo que está presente en solo un puñado de países en el mundo”, apunta en su último reporte.
En este contexto, los bancos hace tiempo perdieron su rol como intermediarios financieros. Su rol mutó a funciones transaccionales. Aunque es imposible ganar de la noche a la mañana la credibilidad que a otros países les costó capitalizar en décadas de estabilidad, esta gestión empezó a buscar el “milagro” de comenzar a ser parecido a la región. Las autoridades monetarias intentan darles a los bancos ese empujón para reactivar las oficinas de análisis de crédito.
El primer paso fue la eliminación del déficit en el Sector Público y el financiamiento monetario, factores que indujeron un crowding-out que durante tantos años desplazó la inversión privada.
Ahora la mejora en las expectativas de inflación, los recortes de tasas y la desregulación de las tasas activas de plazo fijo, deberían comenzar a mostrar los signos de una monetización de la economía. Con la licuación de los pases y las tasas reales negativas a las que licita el Tesoro, los bancos tienen incentivos a buscar rendimientos en el sector real.
El Informe Monetario de abril, elaborado por el Banco Central (BCRA), señala un crecimiento de la base monetaria del 9,5% mensual real ajustado por estacionalidad. El agregado privado transaccional (M2) experimentó una suba del 1,2% en abril, mientras que el concepto más amplio de dinero trepó 1,4%. Este último no exhibía un alza mensual real desestacionalizada hace más de 14 meses, consideran los economistas Nery Persichini y Mateo Carrasco.
La reaparición del crédito hipotecario UVA, juntos con nuevas líneas de crédito ofrecidas a empresas a tasas cada vez más competitivas, demuestran que, con los incentivos necesarios y una macro más ordenada, la reaparición de los préstamos al sector privado es un hecho, indica GMA. “Aunque el aumento del crédito podría dar el dinamismo suficiente para reactivar una economía que se encuentra en caída libre, este canal sería una estrategia necesaria, pero no suficiente para lograr el verdadero crecimiento”, finaliza.